Cada persona percibimos el mundo de una forma, fruto de nuestros valores, nuestro entorno, las experiencias e incluso lo que los demás piensan de nosotros.
Cada uno de nosotros vemos el mundo desde nuestro propio prisma,
La forma de percibir la realidad condiciona cómo nos enfrentamos a las diferentes situaciones, también en el aspecto profesional.
¿Has pensado cómo lo que piensas influye en la toma de decisiones en tu propio negocio?
Un tipo de pensamientos resultan motivantes y nos cargan de energía. Otros, en cambio, son limitantes, nos llenan de miedos y nos frenan.
Y de estos segundos te quiero hablar, de las creencias limitantes.
Qué son las creencias limitantes
Las personas pensamos, sentimos y actuamos en base a dos preceptos:
- nuestras convicciones y creencias más profundas, nuestros valores
- las condiciones externas a nosotros, como la época en la que vivimos, nuestro entorno, el lugar en que vivimos, e incluso, las opiniones de los demás
Cada uno de nosotros percibe la vida de un modo diferente, según esas convicciones internas, que todos tenemos y no podemos obviar.
Estas creencias o convicciones nos predisponen a opinar de una u otra forma y nos ayudan a interpretar el mundo.
Y es que el mundo no se rige por un pensamiento único y objetivo.
Gracias a estas creencias, cada uno de nosotros somos capaces de tomar decisiones a diario sobre innumerables temas y nos posicionamos en nuestro entorno o relaciones. Y esto nos da equilibrio.
Existen dos tipos de creencias:
- las potenciadoras o motivadoras, que nos hacen seguir adelante y lograr lo que nos proponemos
- y las que nos limitan o nos frenan, las limitantes.
Se les llama así a los pensamientos, las ideas que están enraizadas en nuestra mente y que se convierten en una trampa para nosotros mismos.
En vez de permitirnos alcanzar conclusiones que normalmente suelen ser acertadas, nos frenan y nos enredan en pensamientos que se enfocan en mantenernos en una zona de confort.
Así, esas creencias limitantes resultan un obstáculo para abarcar nuevas líneas de pensamiento, que nos permiten desarrollarnos como personas.
Las creencias limitantes son aquellas que nos hacen estancarnos en nuestra propia percepción errónea de la realidad y nos impiden avanzar.
Esa sería una buena definición.
El origen de las creencias limitantes
¿Cómo llegan ese tipo de pensamientos limitantes a nuestro cerebro?
Las creencias tienen su origen en la época y el entorno en el que vivimos, las experiencias y también en las opiniones de los demás.
Una creencia limitante se puede fijar en nuestro cerebro por una experiencia previa ante una acción: algo que hayamos intentado hacer una vez y que no salió bien y automáticamente nos decimos que es imposible que consigamos hacerlo.
Pero también pueden ser terceras personas las que nos hagan pensar así.
Un profesor que nos dice que escribimos mal y nunca podremos llegar a ser escritores; alguien que nos recuerda que fallamos en esto o lo otro y que no valemos para ello…
Así, esta idea queda grabada en nuestro subconsciente y ante una situación similar, se dispara de forma automática.
La aceptamos como una verdad absoluta, sin cuestionarla.
No nos paramos a pensar que desde aquella primera vez en la que nos enfrentamos a esa situación hemos podido cambiar, adquirir nuevas habilidades y competencias que ahora nos permitan conseguir ese logro.
Nuestra mente se bloquea y no nos permite actuar.
Como ves, muchas de esas creencias limitantes tienen origen en la infancia, en las primeras experiencias en la familia, socializando y en el entorno escolar.
Cuántos pensamientos tenemos anclados en nuestra mente por comentarios que en su día nos hicieron profesores…
Por eso es muy importante generar en los niños ideas potenciadoras, que les motiven a avanzar y superar sus dificultades.
“Si aceptas una creencia limitante, se convertirá en una verdad para tu vida”.
Louise Hay
Consecuencias de las creencias limitantes en tu negocio
Aunque las creencias pueden tener múltiples matices, en síntesis, remiten a dos realidades habituales: creencias que apuntan a aquello que se observa como posible o creencias que indican la situación contraria.
Las creencias limitantes son aquellas que te llevan a la conclusión de pensar que algo es imposible.
Estas creencias limitantes producen el efecto de una cadena en la libertad humana que arrastra los miedos en forma de “no puedo” o “no soy capaz”.
Como puedes imaginar, esto puede generar efectos negativos en tu negocio. Unos efectos que tienen consecuencias en dos aspectos:
- el primero, frenarte y dejar a un lado tu visión, abandonar
- el llamado efecto Pigmalión
Si no vences este tipo de pensamientos limitantes no serás capaz de enfrentarte a nuevos retos en tu negocio y tener ambición para escalar, experimentar con nuevos modelos de negocio, productos o servicios.
Simplemente te verás incapaz de salir adelante y avanzar.
Y esto, a la larga, te hará perder la motivación y la ilusión.
Y en los aspectos de ejecución en tu negocio, correrás el peligro de ser competitivo, aportar un valor añadido y cumplir tu visión, esa por la que un día te decidiste a iniciar tu propio negocio.
En segundo lugar, el efecto Pigmalión se refiere al mito que lleva el mismo nombre y habla de las profecías autorrealizadas.
Esto indica la influencia de las creencias en nuestras acciones y la eficacia conseguida.
Y es que nuestro cerebro aprende a esperar en cada momento según nuestras creencias, así que la mayoría de las veces conseguimos lo que prevemos.
Así que piensa lo que las creencias limitantes pueden suponer para tu negocio.
Este tipo de pensamientos proporcionan una visión limitada y te restan energía, impidiéndote a menudo conseguir cumplir tus objetivos.
Ejemplos los tienes a diario, como la parálisis que sientes cuando te enfrentas a una llamada de venta; la predisposición a pensar que no vas a conseguir cumplir tus objetivos de facturación porque el mes no pinta bien…
Este tipo de creencias pueden hacerte sentir empequeñecido en términos de capacidad e influencia. Así ocurre cuando te identificas de forma absoluta con esas creencias.
Y por eso es crucial que las trabajes y las superes.
Ejemplos de creencias limitantes más habituales
Las creencias limitantes abarcan un amplio abanico de situaciones. Veamos algunas de las más habituales.
Algo debe ser cierto porque muchas personas lo creen
Esta es una de las creencias limitantes más comunes y que se produce en infinidad de situaciones y aspectos de la vida.
Es el ejemplo más claro de cómo a veces nos dejamos influenciar por lo que las demás personas opinen, incluso cuando esas mismas personas en realidad están siendo arrastradas a un pensamiento que a menudo ni siquiera se plantean si se ajusta a la verdad o la realidad.
Operan como ovejas en un rebaño.
Ejemplos tenemos innumerables a nuestro alrededor: desde defender que la raza determina el nivel de inteligencia, hasta pensar que se debe vestir de traje en el entorno profesional de alto nivel.
Todas las personas tienen una media naranja
Un mito. Y dañino, además. Esa idea de que una persona se completa cuando encuentra un compañero o compañera de vida es, además de incierta, limitante.
Sacrificarse por los demás tiene recompensa
Esta idea también ha estado muy arraigada durante generaciones, y ha sido muy feminizada, además.
Ese pensamiento de que hay que darlo todo por encima de uno mismo y que el objetivo es que hay que contentar a los demás.
Ni qué decir en el caso de las madres, sufridoras abnegadas y que deben dejarlo todo por su familia.
No tengo talento para hacer cosas
Este juicio anticipado es también muy común y se da en todos los aspectos de la vida, cualquier actividad o acción que implique enfrentarse a algo nuevo: un concurso, un nuevo proyecto, emprender un negocio propio…
Y es que el concepto del talento está totalmente desvirtuado.
No se tiene en cuenta que en la mayoría de los casos no se trata de la aptitud intrínseca desde el nacimiento, sino que depende de la práctica, voluntad y esfuerzo que se pone en conseguir el objetivo deseado.
Cuando me reprochan algo es porque la culpa es mía
Hay muchas personas inseguras que sienten que cuando terceros les reprochan algo es porque detrás hay un motivo válido que garantiza que esa persona ha cometido un error y es culpable de la situación.
En realidad, esta reacción es debida a una baja autoestima.
Lo que he conseguido ha sido por suerte, porque en realidad no lo merezco
Otro ejemplo de falta de autoestima. Tendemos a menudo a valorar positivamente las acciones que realizan otras personas, pero somos jueces inflexibles y severos cuando se trata de nosotros mismos.
Cuando, en realidad, no somos capaces de valorar el duro trabajo realizado para conseguir cumplir el objetivo.
La vida del emprendedor es un caos e insegura
Este es otro tópico que seguro que te ha tocado padecer.
Comentarios de otras personas que intentan quitarte las ganas de iniciar tu propio negocio, con ideas como que un emprendedor solo no puede salir adelante por sí mismo, que la vida como autónomo es insegura, que la mejor de las opciones laborales para cualquier persona es el funcionariado…
Cómo cambiar las creencias limitantes
¿Se pueden cambiar esas creencias limitantes tan arraigadas en nuestro cerebro? Sí, se puede. Pero pasa por hacer un trabajo consciente, que se da en tres fases.
1. Detecta la creencia limitante
Se trata de detectar cuándo saltan este tipo de pensamientos, pillar a tu cerebro.
Para ello debes hacer un ejercicio de análisis de cómo sueles expresarte ante determinadas situaciones, puesto que cuando hablas desvelas tu pensamiento.
Puedes observar tres cosas.
La primera, si haces afirmaciones rotundas y generalizaciones del tipo “todo me sale mal”, “yo no valgo para esto” o “hago todo lo que puedo”.
La segunda, analiza cuando comienzas frases con expresiones como “creo que…”, “confío en que…”, “me temo que…”.
Y, por último, observa las afirmaciones que haces del tipo soy + adjetivo: “soy malo en eso”, “soy incapaz”, “soy torpe”…
Se trata, en definitiva, de tomar conciencia de cómo piensas.
Y existe un aspecto importante que debes tener en cuenta, las creencias habituales de las que te he hablado antes y que pueden resultar una trampa.
Para conseguir superar este tipo de creencias, analiza también cuál es el origen de esos pensamientos, cuáles son las razones que te llevan a pensar así, el por qué.
Algunas veces será fruto de experiencias anteriores, otras porque te lo machacó así alguien, o simplemente, porque desde siempre has pensado que debía ser así.
2. Transforma la creencia limitante
Una vez detectada y analizada la creencia, debes darle la vuelta.
Para ello son muy efectivas las técnicas de programación neurolingüística (PNL) .
Algunas de las técnicas PNL ayudan a analizar ese tipo de pensamientos, pensar en el opuesto y tener una visión de cómo percibes la realidad en base a ese nuevo pensamiento opuesto, en positivo:
¿Cómo mejoraría tu vida? ¿cómo empeoraría?
¿Qué es lo mejor que te puede pasar si continúas con la vieja creencia? ¿qué es lo mejor que te puede pasar si pasas a la creencia en positivo?
Como ves, se trata de una técnica para trabajar y fijar los pensamientos opuestos a esa creencia limitante, desde una perspectiva positiva.
Otro paso importante para conseguir transformar la creencia limitante es cuestionar la fuente.
Pensar en cuál fue el origen de ese pensamiento y de quién partió: si es algo aprendido en el entorno social, si fue una persona en concreto la que te lo inculcó…
Y cuestiónalo: ¿quién lo dice? ¿es siempre así al 100%? ¿qué autoridad tiene esa persona?
3. Fomenta la creencia potenciadora
En la última fase debes fomentar la creencia potenciadora, esa en positivo de la que te he hablado antes.
Es la forma de consolidar la nueva creencia en tu mente.
Te recomiendo que lo hagas de dos formas.
La primera, a base de repetir las afirmaciones relacionadas con la nueva creencia.
Es una forma de reprogramar el cerebro: “puedo escribir un libro porque me he preparado para ello”, “tengo las habilidades necesarias para conseguir vender mi producto”, “he trabajado duro para montar mi propio negocio y lo voy a conseguir”…
La segunda, trabajando el comportamiento, la conducta y el lenguaje para reafirmar la nueva creencia: “soy escritor”…
Una vez que trabajes tus creencias limitantes y las conviertas en creencias potenciadoras, te sientirás mejor y tomarás mejores decisiones en tu negocio.
La mejor decisión que puedes tomar ahora es apuntarte a esta masterclass.
Tu negocio te lo agradecerá.