Ser jefe. Ser el que decide cómo se hace el trabajo, el que impone respeto, el que tiene un equipo de subordinados a cargo, el que controla que todo el mundo haga su trabajo…
Esa, más o menos, es la visión que teníamos de quien está al mando de una empresa hasta hace unos cuantos años y que todavía sigue bastante patente hoy en día en muchos negocios. Ser jefe es ser el que manda.
Pero esta visión ya no encaja de ningún modo en un mundo laboral en el que cada día gana más peso la generación Millennial. Los empleados ya no quieren ser subordinados ni cumplir como autómatas lo que el jefe mande. Para eso ya están las máquinas.
Los empleados de ahora quieren ser felices en sus puestos de trabajo, desarrollarse y sentir que forman parte de una organización de iguales.
Ya no vale eso de ser un jefe en el sentido tradicional de la palabra. Para que tu organización funcione lo que necesitas en realidad es ser un líder inspirador.
¿Cuáles son las diferencias entre ser jefe y ser líder?
Durante mucho tiempo, no se nos ocurrió pensar que el bienestar personal de los empleados era clave para hacer un buen trabajo y obtener mejores resultados en la empresa.
El factor humano no se medía a la hora de evaluar éxitos o fracasos. Simplemente, se obviaba.
El papel tradicional del jefe era mandar qué tareas debían hacerse, controlar cómo se hacían y supervisar que el resultado fuera el esperado. Si no era así, es que el empleado no estaba dando la talla.
El papel del líder es otro muy diferente. Un líder es alguien que gestiona las tareas del equipo, pero sobre todo que inspira a sus empleados para hacer este trabajo de la mejor forma posible, que confía en ellos como expertos y les da libertad para hacerlo (no se preocupa de “cómo” sino del qué).
Además, un líder es también alguien que, a diferencia del jefe tradicional, se preocupa por el bienestar del equipo y lo hace partícipe de la organización.
Un líder se hace preguntas como:
- ¿Está demasiado estresado el equipo?
- ¿Hemos puesto demasiada presión sobre resultados?
- ¿Se sienten motivados los empleados?
- ¿Les ayudo a que crezcan profesionalmente dentro de la organización?
- ¿Escucho sus ideas?
En definitiva, estamos hablando de dos formas radicalmente distintas de gestionar y dirigir las empresas y equipos de trabajo.
Los jefes son autoritarios; los líderes, ejemplares. Los jefes mandan; los líderes inspiran.
Los 5 secretos para transformarte en un líder inspirador
La cultura del jefe tradicional está muy asentada y no es fácil dar el salto y convertirte en un líder inspirador. Si tienes un negocio desde hace tiempo, seguramente aprendiste a mandar y no a liderar. Es lo más común y lo más sencillo.
Pero ahora necesitas actualizarte para que tu empresa siga por el buen camino.
Y, si has emprendido hace poco y estás empezando a formar tu equipo, es momento de que trabajes a fondo las cualidades para ser un buen líder.
En un caso y en otro, estos 5 secretos te van a ayudar a explotar tu liderazgo y a hacer que tus empleados trabajen más y mejor:
1. Más estrategia y menos táctica
Un buen líder tiene siempre la vista puesta en el futuro. Pregúntate: ¿qué objetivo quieres conseguir en tu empresa a 3 años vista? Cuando tengas esto claro, podrás diseñar una estrategia, un camino, que lleve a tu organización donde quieres llegar. Y, a partir de ahí, decidirás qué tareas hay que hacer y quién las va a llevar a cabo.
Los jefes tradicionales, por el contrario, son completamente tácticos. Se ocupan únicamente de dirigir el día a día de la empresa.
Pero ¿qué pasa cuando no hay una estrategia detrás? Que tampoco hay previsión.
Normalmente, las organizaciones que solo ponen el foco en las tácticas acaban convirtiéndose en un parque de bomberos.
Cada dos por tres necesitan apagar fuegos. Y esta falta de estrategia quema tanto a los empleados, como al jefe.
Así que mentalízate: dirige con una estrategia.
2. Más inspirar y menos ordenar
Tu papel no es decir a todo a tu equipo qué debe hacer y cómo debe hacerlo. Si entras aquí, vas a perder años de vida.
El micromanaging -o entrar en la gestión de cada pequeña tarea- es el peor veneno que puedes tomar como “jefe” de tu empresa. Y la cosa se complica cuanto más grande sea el equipo. Si actúas de este modo, acabarás sobrepasado y tus empleados se sentirán frustrados y sin posibilidad de crecer. A la larga, te abandonarán.
Para que no te ocurra esto tu misión es inspirar. Un líder crea el camino, confía en su equipo y lo inspira a actuar y a dar lo mejor siempre.
Esto significa que tienes que dejar cierta libertad a tus empleados, para empoderarlos y hacerlos más autónomos y proactivos.
Así, ellos se sentirán más realizados y tú dispondrás de más tiempo. Es un win-win.
3. Más empatía y menos aislamiento
En las oficinas de toda la vida, el jefe tenía un despacho propio, una especie de templo privado al que un empleado entraba en ocasiones muy contadas. En el mundo digital, aunque de otro modo, muchas veces se mantiene también el distanciamiento entre el equipo y la cabeza del negocio.
Esto es absolutamente dañino para una empresa.
Si actúas de este modo, nunca serás capaz de ponerte en la piel de tu equipo, tu mayor activo.
Si quieres ser un buen líder necesitas tener una relación de tú a tú con tus colaboradores. De hecho, lo ideal es que esta relación vaya más allá del plano laboral. Preocúpate por su bienestar en todos los sentidos, habla los problemas que puedan surgir y ten empatía.
Pasamos más horas en el trabajo que en ningún otro sitio cada día. Necesitamos sentir que estamos con personas con las que se puede celebrar los éxitos y compartir los fracasos.
4. Más visión compartida y menos individualismo
Un buen líder es alguien que tiene visión y sabe contagiarla al equipo. La visión es el propósito de la empresa.
¿Qué persigues con tu negocio? ¿Cómo ayudas a la gente?
Cuanto más potente sea tu visión más sencillo será transmitir ese entusiasmo a toda la organización. Y esta visión compartida os reforzará como equipo. Todos lucharéis unidos por unos mismos valores y un mismo propósito.
Se trata de hacer que tu equipo se sienta tan partícipe de tu proyecto como lo eres tú.
Si, por el contrario, no existe esta visión compartida la implicación de tus colaboradores siempre será menor.
5. Más ejemplaridad y menos brazos cruzados
Hazte una pregunta: ¿eres de los que bajan a la trinchera cuando hace falta?
Los buenos líderes dan ejemplo al equipo con su trabajo. Se comen “marrones”, reconocen sus errores y son los primeros en echar horas extra si el trabajo se ha acumulado.
Un líder nunca envía a tu equipo a luchar solo en el frente. Es el primero que sale a la batalla.
Estos son los 5 cambios de actitud que debes hacer para pasar de ser un jefe frustrado con un equipo infeliz a un líder inspirador.
El cambio no va a llegar de hoy para mañana.
Recuerda que ser jefe es solo un puesto; ser líder es una cualidad.
Tendrás que trabajar duro, pero si entrenas estas habilidades lo conseguirás.
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Fotografía: Picture of architects working together in office